Escribir en surrneorroco puede resulta en una
prosa compleja, con códigos y metáforas que requieren segundas o terceras
lecturas, y aun así quizá no se logren desentrañar, pero eso es, en mi modesta
opinión, la gracia de la literatura, cada lector lee según sus vivencias y
memorias, traduce a su íntimo lenguaje las imágenes y los verbos que alguien
escribió en un idioma de seguro distinto. Lo otro es relatar anécdotas, contar
cuentos o historias, hacer discursos. Como dijo Borges: “El deber de un
escritor es dar con su propia voz.”, y también “Toda lectura implica una
colaboración y casi una complicidad.”. Por último, como dijo el escritor Luis
Landeros: “No, a mi me da igual. Me gusta gustar, pero no lo intento. No se
puede escribir para gustar y mantener el éxito porque se pierde la libertad
esencial de escribir lo que te de la gana. Esa cosa principesca del escritor que
escribía a su aire, con cierta altivez y cierto desprecio. Ese es un modo de
sabiduría. El escritor debe intentar gustarse a sí mismo y si al lector no le
gusta, pues allá cada cual.”
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